El título original es Bird: the legend of Charlie Parker y fue publicado en Estados Unidos, en 1962. La traducción española es de 2009 e incluye 81 testimonios sobre el saxofonista, muerto en 1955, a los 35 años, víctima, por partes iguales, del alcohol, los narcóticos y él mismo.
La compilación de Robert George Reisner corresponde a una antología de visiones y evaluaciones sobre todas las circunstancias que rodearon al célebre Bird, apodado pájaro por el vuelo que alcanzaba con su música, el be-bop, estilo jazzístico que Parker creó, refutando al anterior, el swing, donde brillaba Louis Armstrong.
Leyenda dorada y negra, al unísono, Bird fue un músico tan maldito, por su intransigente rebeldía, como sublime, debido a sus exploraciones en el jazz.
El valioso documento de Reisner traza la crónica de un artista atormentado y virtuoso, prácticamente un autodidacto, que comienza su carrera en la adolescencia y culmina una primera etapa, tras viajar de su natal Kansas City a Nueva York, con una crisis nerviosa que lo lleva a internarse en el hospital californiano de Camarillo, en 1945, debido al alcoholismo y adicción narcótica, también presentaba rasgos paranoides y esquizofrenia latente.
Era 1945 y ya había paseado su figura de cuervo por cabarets sombríos y clubes deslumbrantes, como el Birland, bautizado así en su honor, a los que transformaba irreversiblemente en templos de los be-boppers. En estos escenarios de pequeñas audiencias, compuestas por adictos al jazz, marineros, mujeres de buena y mala vida e insomnes que acudían con fervor a oírlo, tocó con Dizzy Gillespie, Thelonious Monk y Miles Davis, entre varias decenas de jazzmen que vieron en él a un gurú no sólo musical sino un modelo de conducta artística, a pesar de los rasgos autodestructivos de su personalidad y de su trayectoria tan errática como seductora.
El vértigo de su dedos llevaba al instrumento, el saxo alto, a cimas inaccesibles en las cuales Bird planeaba.
La antología de Reisner es sólo testimonial y polifónica, carece de rasgos interpretativos. Se remite a transcribir un gran número de puntos de vista sobre el músico y deja al lector la tarea de sacar conclusiones. Resulta una opción válida, aunque redunda demasiado en lo anecdótico y, en varios pasajes, asistimos a opiniones prescindibles. Por ejemplo: las de un compañero de colegio, un luthier, un taxista... No obstante, cada una forma un caleidoscopio muy cercano, genéricamente, al documental televisivo.
En vida, ya una leyenda, Bird fue objeto de poemas, esculturas, una novela y escándalos en la prensa; además recibió el homenaje de Cortázar en su relato "El Perseguidor", 1958.
A veces, mientras actuaba, dormía entre un tema y otro o se tendía en su cuarto de hotel con el cigarrillo encendido y despertaba entre llamas. También solía exclamar: "Esto lo estoy tocando mañana"
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