Cuando ganó sus cuatro medallas en los Odesur de Medellín, Bárbara Riveros tomó la bandera chilena antes de llegar a la meta y no la soltó en un buen rato. Se sacó todas las fotos oficiales envuelta en ella y se notaba que se sentía orgullosa de aportar al medallero nacional. Por eso, extrañan los rumores y amenazas de que le han ofrecido nacionalizarse australiana. Se lo han propuesto, sí. Pero ella jamás lo ha evaluado como una posibilidad cierta. Bárbara, a estas alturas de su carrera, cuando ocupa provisionalmente la primera posición del ranking mundial, sabe que ser chilena le da un tono especial a su logro. Siendo australiana pasaría a ser una más de las que ha ocupado esa posición. En un país que gana medallas hasta en los Olímpicos de Invierno, su logro sería valorado como uno más del exitoso recorrido australiano por el deporte internacional. En Chile es única, una rareza, una excepción. Aunque no se le haya dado el bombo que merecía. Ella sabe que sus victorias, siendo chilena, tienen otro tinte. Sabe que pasa a la historia si logra colgarse una medalla en Londres 2012. Pero para eso tiene que ser chilena. No australiana, donde los triunfos son tan habituales que se diluyen en el tiempo.

¿El presupuesto es el tema? La semana pasada se reunió el papá de Bárbara con Neven Ilic, presidente del COCh, y quedó asegurada para participar en el resto de las fechas del triatlón, con todos los gastos de traslado, hotel y alimentación cubiertos. Además, su entrenador recibirá US$ 1.000 mensuales y ella US$ 1.500 para gastar en lo que quieran, como el arriendo de su departamento en Australia, por ejemplo. También cuenta con el Proddar que acaba de ganar en los Odesur, donde se embolsó $400.000 mensuales más, que es más o menos lo que también percibe por trabajar de salvavidas en una piscina durante tres veces a la semana.