Preguntarse por temas cotidianos sin aceptar respuestas convencionales ayuda a los niños a mantener su creatividad, a argumentar, a ser tolerantes y también a mejorar el rendimiento, pues desarrollan la comprensión lectora y el razonamiento matemático. Sin embargo, la filosofía está relegada a un segundo plano en la malla curricular.
El polémico profesor cree que la red puede ser un reemplazo de las aulas y que las personas deben poder elegir lo que quieren aprender.