Ayer se celebró el día del beato Carlos de Austria, declarado como tal por la Iglesia Católica en 2004. Para muchos podría ser una conmemoración sin significado. De no ser porque se trata del último emperador del Imperio Austrohúngaro, y abuelo de la archiduquesa Alexandra, radicada en Chile desde hace años. Dedicada a su familia y a la Fundación Auxilio Maltés, que ofrece un concierto benéfico esta semana, habla por primera vez de sus abuelos, el beato Carlos y la emperatriz Zita, de su legado y de la responsabilidad que conlleva llevar un título y ese apellido.